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Recuperando el placer


    A sus 35 años, Ana (no es su verdadero nombre) pensaba que la vida sexual carecía de sensaciones, de placer. No sólo eso, desde pequeña le habían enseñado que era malo que las mujeres tuvieran una actividad sexual plena y por eso a ella, como a todas las de su aldea, le practicaron una ablación de clítoris.

    Cuando emigró a España desde Gambia empezó a descubrir que lo que creía "normal" no era tal en el continente europeo, donde las mujeres disfrutan plenamente su sexualidad. Un acto normal en la cultura occidental, pero opuesto a lo que le habían inculcado.

    Fue entonces cuando decidió tomar la decisión de su vida -que iría en contra de su cultura o de lo que su familia pensaba- y se presentó como voluntaria para que le hicieran una reconstrucción de clítoris, la primera en el país ibérico.

    El impulsor del proyecto es el doctor Pere Barri Soldevila, ginecólogo del Departamento de Obstetricia, Ginecología y Reproducción de USP del Institut Universitari Dexeus, en Barcelona.

    Cuando regresó de su especialización en cirugía ginecológica en París, decidió ofrecer esta técnica a las mujeres africanas residentes en España que les han amputado sus genitales.

    Campaña para convencer

    "La idea era realizar la intervención en 2007, cuando iniciamos la campaña en los medios de comunicación para captar voluntarias", le explicó a BBC Mundo el doctor Barri. Pero nadie acudió.

    No se han presentado más pacientes porque hay que tener en cuenta que estas mujeres consideran normal la ablación
    Pere Barri Soldevila, ginecólogo

    "Costó que llegara gente", confiesa el doctor. Por lo que este año fue necesario realizar una segunda campaña de captación que sí tuvo efecto, pues unas 12 mujeres asistieron a consulta.

    "No se han presentado más pacientes porque hay que tener en cuenta que estas mujeres consideran normal la ablación", agrega el especialista. "Las que lo han hecho, es porque son segunda generación o vinieron cuando eran muy pequeñas y buscan una integración total a la sociedad".

    De estas 12 "valientes", dos ya han sido intervenidas en mayo pasado cuando le eliminaron el tejido cicatricial de la zona mutilada, localizaron el muñón del clítoris con los nervios implicados en la sensibilidad sexual, colocaron y fijaron el muñón lo más afuera posible y extirparon la fibrosis, dejando un tejido lo más nuevo y epitelizado posible.

    Calidad de vida

    Según los especialistas, un 75% de las mujeres que se someten a esta intervención recupera, en distintos grados, la sensibilidad en sus genitales. Un proceso que requiere de tiempo.

    Pere Barri Soldevila, ginecólogo del Departamento de Obstetricia, Ginecología y Reproducción de USP del Institut Universitari Dexeus, en Barcelona.
    Lo más bonito del proyecto es ver cómo las pacientes van recuperando su sexualidad
    Pere Barri Soldevila, ginecólogo
    Si bien 24 horas después de la cirugía, la paciente puede regresar a casa, empieza un seguimiento que incluye controles quincenales durante los dos primeros meses. "En este período se comprueba la sensibilidad al tacto", comenta Barri.

    Noventa días más tarde el clítoris está totalmente recubierto, aunque bastante sensible a los roces, pero no es sino hasta los tres meses que el miembro es totalmente normal.

    Antes y después de la operación las pacientes son sometidas a evaluaciones psicológicas para determinar su convencimiento y su calidad de vida sexual. "De forma global se considera que esta intervención da resultados en un 90% y de estímulo en un 75%".

    Cuestión de salud

    Esta intervención no sólo sirve para recuperar (o adquirir) sensibilidad sexual. Las mujeres que han sido víctimas de una ablación radical, han visto afectadas otras funciones como la urinaria.

    En Senegal, por ejemplo, la que no lo tiene hecho es apartada
    Pere Barri Soldevila, ginecólogo

    También pueden sufrir de infertilidad (producto de infecciones internas) tener dificultades en la menstruación, dolor en el coito, así como problemas en el embarazo y el parto.

    Es por esto que el doctor Barri aclara que "no se trata de una intervención estética", pues se trata de mejorar la salud y calidad de vida a cientos de mujeres en España.

    No obstante, esta práctica gratuita no se puede exportar a África ni ofrecer a mujeres que no vivan en el país, pues la ablación forma parte de la cultura de muchos países, donde las mujeres que gozan de sus genitales intactos son repudiadas.

    Aprender a disfrutar

    "En Senegal, por ejemplo, la que no lo tiene hecho es apartada", comenta Barri, quien agrega que lo más bonito del proyecto es "ver cómo las pacientes van recuperando su sexualidad".

    "Como mujeres, antes de ser intervenidas, saben de lo que carecen, lo que les cuesta es aprender de su sexualidad una vez que recuperan la sensibilidad".

    Es decir, empiezan a experimentar una serie de sensaciones, pero no saben si eso es el límite o si todavía les queda por aprender.

    Por lo pronto, otras diez mujeres africanas esperan ser intervenidas en los próximos meses en Barcelona. Un número muy pequeño si se toma en cuenta los datos de Amnistía Internacional que calcula que cada año dos millones de niñas son sometidas a la ablación.

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